Esta herramienta es de gran valor para los estudios de mercado, ya que mejoran la comunicación de ideas para impulsar que el público desee probar el producto o servicio; además de dar información sobre la personalidad de la marca a través del estilo y el tono del diseño y la información expuesta. Sin embargo, en la actualidad está muy infrautilizada.
Laura Hampton, jefa de Content Engagement de la agencia británica de experiencia de usuario Zabisco, señala que estas herramientas ayudan a vender una idea al cliente y a la vez, para “evangelizar” al consumidor sobre un tema específico. Su principal cometido se da en términos de creación de marca, sin embargo es difícil medir de forma cuantitativa los beneficios para la reputación de la compañía.
La premisa básica parece muy simple: crear algo interesante y relevante que se comunica con su audiencia. Para ello, hay que empezar desde la base: aquello que se quiere comunicar, es decir, la información. Los mensajes deben ser sencillos, claros e impactantes, y si es posible añadirles un toque de humor, el consumidor tendrá un gran aliciente para leerlos. Es importante que el logo de la marca esté bien colocado, de forma que destaque sin ser demasiado evidente, y pueda ser entendido por sí mismo, sin necesidad de un texto adicional que casi nadie va a leer.
Una buena infografía puede apoyar tanto una campaña de marketing online, como los esfuerzos de relaciones públicas – de contener información pertinente y útil -, o incluso pueden llegar a ser virales, mediante e-mail marketing o en redes sociales, especialmente si el componente estético y humorístico es sobresaliente.
Por ejemplo, una infografía para uso exclusivo de la web puede adaptarse mejor a una orientación vertical, haciendo uso de la funcionalidad estándar de diseño de páginas web. Además, se puede generar interactividad adicional a través de una versión para smartphones.
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